El kinkajú, también conocido
como perro de monte, cuchumbí, mico león, u osito de miel, es una especie de mamífero carnívoro,
el kinkajú tiene una cola particularmente larga, la cual utiliza para
asegurarse mientras trepa. Alcanza una
longitud de entre 42 y 58 centímetros, y un peso de entre dos y cinco
kilogramos. Su cola de 40 a 50 centímetros es casi tan larga como su cuerpo. Su
cuerpo es alargado pero musculoso, con cola larga, cuyo extremo es capaz de
sujetarse de ramas y otros sitios similares. La cabeza es redondeada, con
rostro corto y con ojos bastante separados y grandes. Las piernas y los brazos
son cortos, pero muy hábiles para sujetarse. El pelaje es tupido, denso, corto,
aterciopelado y de color variable, normalmente marrón en la espalda, amarillento
en la parte inferior y un poco más oscuro hacia la cabeza y también hacia el
extremo de la cola.
Si alguien tiene ganas de tener un kinkajú como
mascota, debe asegurarse de que su venta sea legal por un comercio autorizado y
con los papeles reglamentarios. Para la adquisición de estos animales es
preciso tener CITES III y sus correspondientes vacunas, al no
pertenecer a la familia de simios o prosimios no requieren núcleo
zoológico, sin embargo sí necesitan un gran espacio y cuidados específicos.
Aunque son sociables, llegan a ser muy
agresivos, sobre todo cuando ven o huelen alimentos dulces, como frutas o
dulces. Son muy hábiles con las manos y se escapan fácilmente de la jaula.[1]
¿A que parece monísimo? Bueno, pues esta es la
mascota que ha llevado más de una vez a Paris Hilton al hospital.
Quizá os suene de ella, quizá os suene a la familia de los marsupiales o a la
película Madagascar, pero esta es una de las mascotas exóticas que más se
puso de moda hace dos años.
No dudan en morder y trepar y no es que sean muy obedientes.
No están tan domesticados como muchos de los anteriores, cosa que dificulta el
tenerlo como mascota.
Tampoco dan tanta interacción, ni juego, pero es
la mascota ideal para aquellos que quieren sentir tener una selva en casa y disfrutar
de observar el animal día a día sin establecer mucho amor de por medio. Aun así
tampoco son animales totalmente antisociales, se puede establecer una relación,
pero no tan estrecha como estamos acostumbrados; para conseguir establecer una
muy buena relación con dicho animal se recomienda comprarlo desde bien
pequeñito y acostumbrarlo únicamente al dueño.
Es
decir, que más que un animal insociable, es realmente difícil de domesticar y
acostumbrar a nosotros. ¡Pero nada es imposible!
Su alimentación se basa en fruta la
mayoría de veces, y su larga (larguísima) lengua deja ver una pista de cómo se
alimentan.
Su precio ronda los 600-1000€.[2]
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